Con mucho alegría, brincando y saltando para poner a la ciudad bonita, igualito cuando recibimos a un pana querido en nuestros hogares, los barineses nos vestimos de punta en blanco para recibir, no a un Míster Dánger de pelo catire que viene a cambiarnos espejitos por diamantes ni a una estrella del “choubisnes”, sino nada más y nada menos que al aymara Evo Morales, Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, quien llegó a casa invitado por nuestro Comandante Presidente.
Al trote, arriados por el dinamismo del camarada Hugo Chávez, los distinguidos visitantes se alinearon con ministros, el Gobernador Adán, su tren Ejecutivo y mucho champú de pueblo para darle praxis a un hermanamiento entre nuestras dos patrias que ayer silentes compartían el dolor del coloniaje y que hoy rompen cadenas para liberarse como pueblos.
El resultado no se hizo esperar: una catajarra de acuerdos se suscribieron entre ambas naciones para seguir avanzando y el indio Evo, lleno de sudor y con polvo de los mismos caminos que ayer transitó Zamora triunfante, manifestó sentirse impresionado de nuestros logros en materia social y en el florecimiento de muchas, por bojote, unidades de producción socialista que, conforme a la vocación productiva de nuestros llanos, se enfilan a proporcionar papa de la buena a una gran cantidad de venezolanos.
El caso es que nuestro Comandante Presidente, en orden a un concepto de hermandad nostramericana profundo, arraigado en lo histórico, en lo espiritual y en lo político; giró instrucciones para suscribir un acuerdo de hermanamiento entre la provincia de Cochabamba (cuyo gobernador electo formaba parte de la comitiva de Evo) y nuestra querida Barinas, ambas hijas dilectas del Libertador, ricas en recursos naturales y humanos; ayer dominadas por la impudicia del imperialismo y sus lacayos y hoy victoriosas por el aliento de sus pueblos y la conducción del llanero Comandante Presidente Chávez y por el aymara Evo Morales.
Pero allí, entre el gentío, y también recibiendo el afecto de todos, se encontraba un artífice de postín que en ese momento presenciaba en los hechos lo que su mente prefiguró al proponer al pueblo de Barinas un programa de gobierno denso, creativo, coherente que lo llevó a obtener la victoria en las pasadas elecciones de Gobernadores y alcaldes. Sí. Nos referimos a Adán Chávez, barinés, de este domicilio, civilmente hábil, mentor político de nuestro proceso político y, last but no least, revolucionario comprometido con la transformación positiva de nuestro pueblo.
Con el rigor que le otorga su profesión académica, orlado de pedigree de izquierda, el profe Adán delineó el futuro de nuestra Patria chica aterrizando en lo concreto los marcos teóricos de nuestro Plan Nacional Simón Bolívar, al mando de un equipo de cabezas calientes que, pasando de largo unas presurosas noches y nutriéndose de las demandas populares, obtuvo como resultado los planes y proyectos que, como dijo el Presidente Chávez: “Van colocar a Barinas como una potencia dentro de la gran potencia que ya comienza a ser Venezuela”.
Y no es paja, camaradas: La página 15 del Programa de Gobierno que Adán Chávez sometió a la voluntad del pueblo (y que dejó tristes, aburridos y haciendo cui cui a los candidatos de oposición que hicieron unas ranchificadas propuestas en contenido y presentación) titulada “Nueva Geopolítica Internacional” dice en su introducción: “Se propone la construcción de un mundo multipolar en la búsqueda de la justicia social, la solidaridad y las garantías de paz bajo un diálogo fraterno entre los pueblos, con autodeterminación y respeto a las libertades de pensamiento”. Acto seguido, se enumeran las líneas concretas del accionar de Barinas en sus relaciones con los países del nuevo mundo libre que, más allá de los monstruos del imperialismo, se va configurando.
Hoy, a más de un año de la asunción de Adán (en cuyo lapso por cierto ganamos TODOS los procesos electorales) la gente empieza a acostumbrarse en su cotidianidad a ver por ahí a unos catires grandotes que no son gringos, a chinos que cada día machacan mejor el español (y que por cierto no pelan una carne en vara), a unos tipos que parecen árabes pero son cultísimos persas y hermanos latinos que vienen del sur a traernos su tecnología y sus deliciosas maneras de hacer parrilla. Mención especial merecen los hermanos cubanos que se han asimilado a la barinidad con mucho afecto y que se han convertido a punta de amor, solidaridad y alegría en los consentidos del pueblo. A este crisol de nacionalidades, que cada día incrementará el cariz cosmopolita a nuestro estado, se suman a las tradicionales colonias española, italiana, portuguesa, árabe, peruana y colombiana a quienes le hemos dado nuestro afecto y hospitalidad sin discriminación alguna.
Los bielorrusos, por ejemplo están trabajando como hormigas en la gasificación de nuestro estado y en la construcción de la ciudad gemela de Barinas, que se ubicará en el otro margen del Río Santo Domingo; los chinos nos construyen un bojote de buenas viviendas y nos enseñan sus probadas técnicas agrícolas mientras dan empleo y bienestar al barinés; los iraníes tienen a punto de caramelo una fábrica de maquinaria agrícola y concesionaria de autos, y los argentinos y paraguayos nos ayudan en los mataderos industriales y plantas recolectoras de basura, respectivamente. También los vietnamitas, hijos de Ho Chi Mih y del general del pueblo que ganó a los gringos, Vo Nguyen Giap, nos enseñan sus técnicas del cultivo de arroz al tiempo que se crían peces en esos mismos arrozales ¡como para preparar un inmediato asopao de pescao! Y los cubanos le entrompan con nosotros por lograr la inclusión total en salud, deportes, cultura y distribución eléctrica.
Súmele a estas especificidades la cooperación energética, de defensa, financiera, comercial, cultural y deportiva que como nación establecemos con distintos países y veremos porqué nuestro estado se pierde de vista, inscrito por la visión de estadista de nuestro Gobernador Adán Chávez en una multipolaridad alucinante, vertiginosa, plena de cooperación, progreso, bienestar y mucho pueblo contento.
martes, 4 de mayo de 2010
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